Resumen:
Los Macromycetes (hongos verdaderos o superiores) constituyen un grupo importante de organismos en la determinación de la biodiversidad de los ecosistemas forestales. Además, no sólo contribuyen a su caracterización ecológica, sino que también al funcionamiento de los procesos que permiten la mantención de su equilibrio y de su dinámica ecosistémica, contribuyendo a su sustentabilidad en escalas témporo espaciales y a su capacidad de resilencia frente a perturbaciones ambientales.
Los Macromycetes ocupan varios de los nichos ecológicos disponibles en los bosques, donde desarrollan diversas funciones reguladas por su carencia de clorofila, lo que condiciona su dependencia trófica a materia orgánica viva o muerta, determinando la diversidad de sus funciones. Las principales y más conocidas son las que se relacionan con procesos de descomposición de la materia orgánica viva o muerta, por lo que representan los agentes más importantes para el inicio de los ciclos biogeoquímicos que permiten la circulación de los nutrientes entre los diversos niveles tróficos del sistema y que culminan al cabo de diferentes períodos de tiempo, con su mineralización. Numerosas especies son formadoras de micorrizas, asociaciones de fundamental importancia para el establecimiento y desarrollo de los árboles, ya que al extraer del suelo y solubilizar substancias minerales formando compuestos orgánicos, permiten la absorción de nutrientes en formas, utilizables por las plantas vasculares.
La dependencia de muchas especies a materia orgánica viva caracteriza su acción parasitaria sobre los árboles, produciendo diverso tipo de alteraciones y patologías, que en los bosques incluyen desde decoloraciones de la madera, variados tipos de deformaciones de los troncos y ramas, putrefacciones de diferente importancia y hasta la muerte de árboles en distintas etapas de su desarrollo.
Sus efectos sobre el componente animal del bioma, no son aún bien conocidos, pero es probable que bajo ciertas condiciones, sean causantes de patologías en la fauna vertebrada e invertebrada o que proporcionen recursos alimentarios a varias especies. Cabe, al efecto destacarse la estrecha relación trófica existente entre algunos grupos de insectos y los hongos, como en la familia Mycetophyllidae de los dípteros y existe evidencia de que algunas especies son consumidas por el guanaco (Raedeke, 1980). Hay también otras aptas para el consumo humano, sin embargo, la existencia de muchas, presentado diversos niveles de toxicidad, determina que mientras no se obtenga mayor información al respecto, el consumo de hongos asociados a bosques es altamente riesgoso.
La mayoría de las especies de hongos superiores presenta una clara dependencia directa o indirecta a variaciones en la humedad existente y a la cantidad y calidad de la luz y duración de la iluminación recibida en sus hábitats, existiendo especies que incluso son capaces de desarrollarse en la oscuridad; sin embargo los cambios en los valores de estos parámetros son de fundamental importancia para muchas especies de briófitas y de plantas vasculares asociadas de alguna manera con los hongos. Por lo tanto, los efectos directos o indirectos derivados de cualquier alteración consecuente a acciones antrópicas (en especial las que se relacionan con modificaciones en la densidad del dosel del bosque) puede ser capaz de inducir cambios, tanto en la biodiversidad fungosa como en la estructura y dinámica de sus poblaciones. Ésto determina la importancia de obtener la información necesaria para la mantención de la biodiversidad en bosques manejados, de manera de favorecer el desarrollo de las especies de hongos que reducen la materia orgánica y las formadoras de micorrizas y desincentivar la diversidad y densidad de las patógenas. Este tipo de estudios adquiere especial relevancia en los bosques de Nothofagus betuloides y en los mixtos formado por esta especie y N. pumilio, más ricos en hongos, por desarrollarse en condiciones de mayor humedad edáfica y atmosférica que los puros de la segunda especie y además, porque la información sobre la dinámica y procesos ecológicos en estos tipos de bosques son prácticamente desconocidos.
Se estima posible que varias especies de hongos desarrollen también otras funciones en los ecosistemas de los que forman parte, sin embargo, debido a la escasa información disponible, no existen evidencias que lo confirmen.
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